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En nuestra sociedad actual el no cumplir los requisitos propios de la mayoría, ya es una limitación que no pocas veces tiene como consecuencia la exclusión o la marginación. En un contexto en el que se prima la utilidad, la eficiencia y la productividad, casi exclusivamente en términos económicos, prestar atención a cualquier minusvalía ya puede entenderse como una osadía. En el artículo del profesor López Azpitarte se apuesta por superar ese rechazo a lo diferente y por comprender al minusválido psíquico no desde la limitación de su alteración sino como una persona completa, con toda la dignidad y riqueza que encierra, que está condicionada por alguna patología psíquica. Desde esa actitud se realizan sugerentes reflexiones éticas sobre cuestiones que no pocas veces se pretenden ignorar en las personas con minusvalías, tales como su relación con la sexualidad o el matrimonio.